Aldo F. Amato O. (+) y Willie R. Amato O. (+)
Con esta pequeña reseña queremos ofrecer un gran homenaje póstumo a Los hermanos Amato Ortiz,
Willie Rafael y Aldo Florentino, quienes nacieron en Naguanagua y
crecieron en la Avenida 109 cruce con la calle 179A de la Urbanización
Santa Ana. Desde jóvenes, ambos hermanos se interesaron por el mundo de
los automóviles y la mecánica respectivamente. Willie nació el 29 de
abril de 1961, comenzó su carrera trabajando como vendedor de repuestos
en una pequeña tienda local, pero su dedicación y habilidades lo
llevaron a ascender rápidamente en la industria automotriz. Con el
tiempo, Willie se convirtió en gerente de varias empresas distribuidoras
de partes automotrices en la región. Su habilidad para liderar equipos y
su conocimiento del mercado lo convirtieron en un referente en la
industria. A pesar de su éxito, Willie nunca perdió su humildad y
siempre se mantuvo cercano a su familia y amigos. Desafortunadamente a
la mitad de su vida, se enfermó, pero seguía trabajando con muchas
ganas, duró varios años así, hasta que Dios quiso llevárselo con él.
Por su parte, Aldo, nació el 26 de Noviembre de 1963, se destacó
siempre por su pasión, la mecánica automotriz. Desde joven, pasaba horas
desmontando y armando motores en su garaje, aprendiendo todo lo que
podía sobre el funcionamiento de los vehículos. Con el tiempo, se
convirtió en un experto en su campo y comenzó a trabajar en talleres
mecánicos de renombre en la ciudad. Aldo siempre se mantuvo fiel a su
pasión y nunca dejó de aprender y experimentar con nuevas técnicas y
tecnologías. Aldo era muy admirado y buscado por la gente, debido a su
habilidad, destreza y dedicación en su trabajo, hasta que un dia
decidió probar suerte en los Estados Unidos, y lo logró, duró varios
años trabajando allá, pero lamentablemente se vió muy afectado de salud,
lo que lo perjudicó en sus labores cotidianas y al igual que su
hermano, a su mediana edad, no pudo completar los sueños de su vida,
falleciendo en la ciudad de New York. Los hermanos Amato Ortiz ya no
están entre nosotros, pero el legado de cada uno de ellos perdura para
siempre entre todas las personas que los conocieron. Serán recordados
como hijos ejemplares, excelentes padres y buenos amigos.
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